viernes, 22 de mayo de 2015

MIS TERAPIAS Y YO (SEGUNDA PARTE: ELECTROFITNESS)

Hola cuarenton@s! No sé vosotras, pero yo, a partir de los 40, empecé a hacer deporte por obligación. Mi súper vientre-liso-de-la muerte-a-pesar-de-tres-embarazos comenzó a perder tersura (¿inexplicablemente?) y las carnecillas de papada, brazos y muslos, también. Fíjate, así,"de repente". Claro que esperaba que algún día ocurriese, pero francamente, pensé que el momento "ay-que-ésto-se descuelga" me llegaría a los 83 años,¡ NO AHORA!. Peeeeeero todo llega, y el día menos pensado te encuentras en la perfumería sacando del bolso unas gafas "de vista cansada" para poder descifrar la composición de esa crema antiarrugas que anuncia una Barbie yanqui de 70 tacos a la que siempre has considerado muchiiiiiiiiiiiisimo mayor que tú y que por supuesto NUNCA UTILIZARÍAS porque NUUUUUNCA LA NECESITARÍAS. Nooooo....YO, NO. "Ja!, a MÍ me van a venir esas viejazas de Andy MacDowell y Jane Fonda con cremas antiarrugas/colágeno/efecto lifting/ácido hialurónico/enzima Q10/retinol, elastina y antioxidantes!...¿quién necesita eso?" Pero sí. Vinieron esas viejazas...y muchas más.
Es una realidad: el orgullo merma nuestra objetividad. ¿No creéis que siempre nos vemos más jóvenes, más tersas o más guapas que las mujeres de nuestra misma edad? Sin embargo, cuando les pregunto a mis hijos.."a que esa señora parece mucho mayor que mamá"o..."¿cuántos años me echarías si no me conocieras"? o mucho más diifícil: "¿quién es más guapa, esa Top Model (que tiene unas manos horrorosas porque se muerde las uñas) o mamá?"...No os diré la contestación, pero os aconsejo que nunca hagáis estas preguntas. Las respuestas SIEMPRE son letales. Claro, que te queda el consuelo de pensar que tus hijos no se enteran de nada, porque "salta a la vista" que Elsa Pataky está envejeciendo fatal, que lo que tiene Kim Kardashian es un culazo gordo y que Blanca Suárez es mona porque tiene 27 añitos, pero que ya te gustaría a tí verla a los 45 después de tres embarazos. Y de repente reparas en que todo tu ser rezuma envidia por cada poro de la piel y que tus pobres hijos te escuchan con los ojos muy abiertos y paralizados por el terror porque tú les estás contando todo ésto "un pelín" histérica, con las aletas de la nariz bien abiertas..¡y a gritos!. Bien. Pues ése es el momento. ¡Ésa es la señal!. Es entonces cuando debes agacharte para recoger del suelo toda tu dignidad, y con ella a la espalda marcharte a un gimnasio...o adonde creas que con un "poquito" de esfuerzo, en quince días tienes el cuerpo de Jessica Alba y la cara de Monica Bellucci.
Así fue como un día me encontré pidiendo información en un centro de electrofitness. El reclamo no podía ser mejor: 25 minutos a la semana...¡y dura como un demonio! Sin duda, lo que yo necesitaba. Me ofrecieron una clase de prueba, pero yo, que tenía muuuuy claro que eso era lo mío, firmé directamente el bono de diez sesiones."Pan comido", pensé...JA!
Llegué al Estudio dispuesta a darlo todo (total, eran veinticinco minutos de ná) y me vestí con la ropa que ellos me proporcionaron: mallas pirata y una camiseta ajustadita. Hasta ahí todo bien. Entonces mi entrenador (que durante media hora es sólo para tí , porque el tratamiento es personalizado), empezó a mojar con agua las prendas infernales que debería ponerme encima: un chaleco y un pantalón horroroso a lo Tomb Rayder lleno de cables y electrodos que me convirtieron en una especie de Lara Croft en versión Torrente. Y ya empecé a quejarme...que si el traje está empapado, que si tengo frío, que si este cable me molesta, que si me siento como Robocop, que joder qué fea estoy con ésto..en fin...mi pobre monitor debió pensar que le había tocado la tonta del día. Pero lo peor estaba por llegar. Me enchufa dos tubos que salen del traje a la máquina y me dice "Trota". ¿¿¿¿Que troteeee???...pero si no podía moverme con todos esos cables y esos cientos de cinturones apretándome la armadura! Claro que, como a mi derecha había una mujer (a mis ojos bastante más vieja que yo) que saltaba como un gamo y encima parecía feliz, me tragué mi orgullo y empecé a "trotar" mientras el entrenador iba subiendo la intensidad de las descargas eléctricas desde los gemelos hasta los hombros. Y ahí empezó el verdadero suplicio; porque la electroestimulación mueve de forma simultánea 350 músculos con una penetración del 100% alcanzando las capas más profundas y difíciles de activar mediante el ejercicio convencional. Corrí y troté como una cabrona, hice elíptica,  abdominales boca arriba, boca abajo, con el TRX, con el bosu, cogí todo tipo de barras, mancuernas y cintas elásticas...¡y todo eso mientras te van dando descargas por todo el cuerpo!!!!! Os juro que hasta ese día yo no sabía lo que era sudar. JO-DER. Cuando los veinticinco minutos más largos de toooooda mi vida terminaron, el monitor me quitó el traje (literalmente; yo no podía moverme) y después de un masaje con el fitball que por supuesto ni noté, me fuí reptando al vestuario para ahogarme un poco bajo la ducha y de nuevo salir reptando hasta la calle. Llegar al coche fue un triunfo....meter el embrague para cambiar de marcha, ni os lo cuento. Pues bien, como la electroestimulación mueve músculos y celulitis, tan contenta que me fui a casa, porque en teoría los electrodos provocan la quema de grasas durante 72 horas...y solo eso merecía el hiper-mega-ultra-macro-esfuerzo-titánico de haber recibido descargas eléctricas durante media hora mientras mi monitor (al que ese día odié con toda mi alma) me machacaba como a un marine.
Pero ayyyy!!!...siempre hay malas, malísimas amigas/vecinas/mamás del cole dispuestas a arruinar tu vida, y después de tres semanas acudiendo religiosamente a mis tortuosas sesiones de electrofitness, una lista-calista va y me pregunta: "¿Y qué tal?, ¿funciona?. ¡¡¡¡¡PERO SO CABRONA, ACASO NO ES EVIDENTEEEEEE???? Qué le habría costado preguntarme, qué sé yo, el precio, o si está bueno mi entrenador, o si ya he conseguido terminar mi clase sin vomitar...PERO NO. Me pregunta la muy bicho que si se me nota. JA! La muy envidiosa!...como si mis abdominales tuvieran algo que envidiar a los de Aznar. ¡Será posible!
Lo más sorprendente es que a pesar de todo, del dolor, del frío, de la ropa mojada, de esas agujetas del lunes que empalmas con las del jueves, del temblor en el párpado que a veces me sale y de que NO me he convertido en una Top Model, SIGO YENDO. Y ha pasado un año. Yo ya no creo en milagros, y tampoco creo que el electrofitness sea la solución, pero sí me parece una estupendísima actividad complementaria a cualquier otro deporte; padel, running, flamenco..lo que sea. Yo estoy contenta, más dura, y con el culo más alto, más "culo-hormiga". Y oye, ya soy capaz de llegar al coche con toda dignidad, sin que tres personas se me acerquen preguntando si llaman al 112. Recomendable?..sí. ¿Caro?...pues a ver, menos que un entrenador personal y más que un gimnasio ¿Duro?..durísimo. ¿Notas los efectos rápidamente?...sí (aunque las envidiosas de tus amigas te pregunten si de verdad funciona).
Y esa es mi experiencia con la electroestimulación. Ya tengo claro que, o acabo electrocutada, o de aquí a un año estoy como Elsa Pataky. JA





No hay comentarios:

Publicar un comentario